Review by New York Times Review
The subtitle of BETWEEN SUMMER'S LONGING AND WINTER'S END (Pantheon, $27.95) gives fair notice that Leif GW Persson's political thriller, the first book in an ambitious trilogy by this Swedish author, is "The Story of a Crime." But that won't stop anyone from diving into it in hopes of discovering the next best thing to Stieg Larsson's addictive Millennium trilogy. So let's dispense with that pipe dream right away. In "The Girl With the Dragon Tattoo" and two subsequent novels featuring his implacable avenger-heroine, Lisbeth Salander, Larsson piles on horrific acts of violence against women to make a larger point about systemic corruption in the body politic, shock imagery that becomes his idiom for exposing the hypocrisy of a government that ignores the internal criminal abuses threatening its progressive social system. Persson is no less concerned with this corruption, but since he doesn't write in the same melodramatic fashion, there are no symbolic acts of sadism or archetypal figures in his novel. Rather, the political crime on which the plot turns - the 1986 assassination of Sweden's prime minister, Olof Palme, by a killer who has never been found - is as real as it gets in crime fiction. And while Persson draws a fanciful pair of horns on the fictional architect of the murder (as does Larsson), he's quite blunt and specific in his brief: the lazy, stupid, bigoted, greedy, corrupt idiots in Sweden's bloated and ineffectual secret security police are the true culprits in this traumatizing crime, which rattles the national psyche to this day. The far-reaching back story that eventually delivers the prime minister into the hands of his killer begins with a shoddy police investigation into the apparent suicide of an American student who came to Stockholm to research his uncle's activities as a C.I.A. agent in the 1940s. One skeptical police officer manages to keep the case open, but he's a laconic chap, not the sort you'd want to follow to the ends of the earth. On a more fundamental level, the format of the police procedural can't support the elaborate plot mechanism Persson engineers to expose the layers of incompetence and venality in postwar Sweden's secret-intelligence services. With dozens of unremarkable characters to account for and mountains of missteps to track, the plot thins out to a point where only die-hard conspiracy theorists could keep faith with it. Persson's speculative solution to this political mystery shows a dark imagination, but with the complicity of his translator, Paul Norlen, he also makes it seem surprisingly dull. Although a shared latitude makes them almost neighbors, Sweden and Iceland might as well be on different planets - at least when it comes to the crime fiction of Arnaldur Indridason, who's more interested in the dour nature of his Icelandic countrymen than he is in their politics. In HYPOTHERMIA (Thomas Dunne/ Minotaur, $24.99), the thoughts of his moody detective, Inspector Erlendur Sveinsson, once again turn to suicide. "A terribly quiet - almost polite - death," he reflects when he sees a woman with a history of depression hanging from a beam in her living room. Erlendur's excuse for opening an investigation into this seemingly routine case (his second suicide call in a week) is a "comprehensive study" being conducted by collaborating Nordic countries. But the truth is, this humane detective simply needs to understand what makes people choose such a lonely death. That curiosity, as well as his fixation with missing persons, inevitably stirs guilty memories of his brother, who disappeared in a blizzard, a tragedy that still chills Erlendur to the bone but has made him a sensitive witness to the suffering of lost souls. Billy Boyle is no fool. This brash young Irish-American, a cop back home in Boston, knows he'd be just another "dime-a-dozen lieutenant" if his Uncle Ike hadn't made him a personal wingman. But Billy has learned how to play that all-American-boy persona in James R. Benn's World War II mysteries ("You are too direct fo¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿
Copyright (c) The New York Times Company [September 19, 2010]
Review by Booklist Review
*Starred Review* Award-winning Lippman continues to send depth charges into the sea of crime fiction, taking measure of psychic pain in the wake of violence, and the mysteries of memory. After living in England, Eliza has returned to the Washington, D.C., area where she grew up with her successful husband and their sneaky 13-year-old daughter and sweet young son. Some might consider full-time housewife Eliza a throwback and oddly passive, yet as Lippman slowly reveals, she is actually a woman of considerable, if covert, wisdom and strength. Eliza's story unfolds in two time frames. One exposes the profound complexity of her horrifying ordeal in 1985 when, at age 15, she was kidnapped and held hostage by Walter, a brooding, diabolically enthralling mechanic on a bloody spree, raping and murdering young women. The other tracks Eliza's response when Walter, on Death Row just weeks away from his execution, manages to once again exert his sinister, manipulative powers. Stoked by stinging dialogue and arresting evocations of the fog of fear, doubt, and guilt versus the laser-lock pursuit of survival, Lippman's taut, mesmerizing, and exceptionally smart drama of predator and prey is at once unusually sensitive and utterly compelling.--Seaman, Donna Copyright 2010 Booklist
From Booklist, Copyright (c) American Library Association. Used with permission.
Review by Publisher's Weekly Review
Near the start of this outstanding novel of psychological suspense from Edgar-winner Lippman (Life Sentences), Eliza Benedict, a 38-year-old married mother of two living in suburban Maryland, receives a letter from Walter Bowman, the man who kidnapped her the summer she was 15 and is now on death row. The narrative shifts between the present and that long ago summer, when Eliza involuntarily became a part of Walter's endless road trip, including the fateful night when he picked up another teenage girl, Holly Tackett. Soon after Walter killed Holly, Eliza was rescued and taken home. Eliza must now balance a need for closure with a desire to protect herself emotionally. Walter wants something specific from her, but she has no idea what, and she's not sure that she wants to know. All the relationships, from the sometimes contentious one between Eliza and her sister, Vonnie, to the significantly stranger one between Walter and Barbara LaFortuny, an advocate for prisoners, provide depth and breadth to this absorbing story. (Sept.) (c) Copyright PWxyz, LLC. All rights reserved
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Review by Library Journal Review
Eliza Benedict believed she'd put her adolescence behind her, especially the time she'd spent as a captive of Walter Bowman, until he contacts her from death row. Struggling in her relationship with her own teenage daughter and wrestling with memories of Holly Tackett, the girl who didn't get away from Walter, Eliza finds herself repeatedly coming back to the events of the last night of Holly's life. While she may no longer be his captive, Eliza is clearly anything but free. The mystery in Lippman's latest stand-alone, while still a strong element, takes a backseat to Eliza's story, set against the impending execution of Walter. The fast-paced narrative, with dynamic supporting characters and subplots that feel underused, races to a satisfying if somewhat abrupt conclusion. Verdict Echoing Lippman's previous stand-alones, What the Dead Know and Life Sentences, this is a solid choice for mystery fans who enjoy a broader view of crime and its aftermath. [See Prepub Alert, LJ 4/15/10.]-Amy Brozio-Andrews, Albany P.L., NY (c) Copyright 2010. Library Journals LLC, a wholly owned subsidiary of Media Source, Inc. No redistribution permitted.
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Review by Kirkus Book Review
A suburban wife and mother confronts her past when she receives a letter from the man who kidnapped her as a teenager.Eliza Benedict thought the toughest part of moving back from London, where her husband Peter had been the Wall Street Journal's bureau chief, would be settling her kidssweet, vulnerable eight-year-old Albie and tough, moody Iso (short for Isobel)in the D.C. suburbs. But her daughter's teenage rebellion, however sharp, pales in comparison to the letter she receives from spree killer Walter Bowman, who held Elizabeth Lerner captive when she was 15 for almost six weeks, driving with her through Maryland, West Virginia and Virginia. It was in that last state, surveyors finally decided, that he'd killed Holly Tackett, 13, making him eligible for Virginia's death penalty. Now ex-teacher Barbara Lafortuny, whose settlement from the school district after a student slashed her face frees her to spend her days practicing yoga and opposing capital punishment, tracks down the adult Elizabeth, even after her parents shortened her first name and her husband gave her his last. The inmate and the advocate hatch a plan that might spare Walter, if they can get Elizabeth-now-Eliza to cooperate. And Eliza, the one victim Walter didn't kill, seems strangely willing to risk the secure present she's built out of a horrifying past in order to do just that.Ex-journalist Lippman (Life Sentence, 2009, etc.) never forgets as she moves from past to present and from perspective to perspective that nothing is more importantor more elusivethan the truth.]] Copyright Kirkus Reviews, used with permission.
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